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ALBERTO RUEDA ESTRADA
Los héroes de Vegamediana desolación y abandono. Barracones vacíos, como campos de concentración de posguerra. Techos hundidos. Fosos con aguas estancadas. Cristales rotos en las ventanas. Puertas que se abren y cierran con chirrido inquietante al ritmo del viento abrileño. Inútiles hornos que ya no secarán más carbón. Tres enormes chimeneas aún desafían al cielo, ya inofensivas, sin humos contaminantes. Han desaparecido de la negra montaña los antiguos "baldes" que transportaban y vertían los restos inservibles del carbón sobre la otra ladera, casi encina del río Esla. Era el teleférico cutre que se divisaba desde la carretera, a la salida de Cistierna. Era la imagen exterior de la actividad minera que se desarrollaba al otro lado del monte. El complejo minero de Vegamediana es hoy la viva imagen de la soledad. Sus abandonadas edificaciones son el símbolo de la depresión de la comarca de Cistierna que siempre vivió –y muy bien- de la mina, y que ahora se ha visto obligada a reciclar su actividad económica hacia otros productos más actuales como el turismo, la hostelería o industrias conserveras, entre otras. La visión de los tristes y huérfanos pabellones de Vegamediana evoca la vida de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo, en plena actividad. Allí dejaron la salud cientos de obreros de boina y fiambrera. Respirando humos eternos ocho horas al día, soportaban temperaturas infernales dentro de los hornos, y humedades permanentes del río cercano. Mal vestidos y peor calzados, aguantaban los hielos y las nieves, con termómetros bajo muchos ceros, en crudos inviernos de seis meses, con orientación norte y una montaña a sus espaldas que les protegía de cualquier rayo de sol. Y sin rechistar, no fuera que a estos riesgos laborales se unieran los riesgos ciertos del cuartel de la guardia civil. Todo por un mísero sobre mensual, y una botella de sidra y media docena de naranjas por navidad. Habría que levantar un monumento a aquellos héroes, los héroes de Vegamediana. La comarca de Cistierna se lo debe. Y Hulleras de Sabero y Anexas, S.A., también. Tampoco sería mala idea rehabilitar una parte de las obsoletas instalaciones y convertirlas en otro museo minero, en memoria de unos hombres y una actividad creadora de mucha riqueza en toda la zona.
ALBERTO RUEDA ESTRADA
Los héroes de Vegamediana desolación y abandono. Barracones vacíos, como campos de concentración de posguerra. Techos hundidos. Fosos con aguas estancadas. Cristales rotos en las ventanas. Puertas que se abren y cierran con chirrido inquietante al ritmo del viento abrileño. Inútiles hornos que ya no secarán más carbón. Tres enormes chimeneas aún desafían al cielo, ya inofensivas, sin humos contaminantes. Han desaparecido de la negra montaña los antiguos "baldes" que transportaban y vertían los restos inservibles del carbón sobre la otra ladera, casi encina del río Esla. Era el teleférico cutre que se divisaba desde la carretera, a la salida de Cistierna. Era la imagen exterior de la actividad minera que se desarrollaba al otro lado del monte. El complejo minero de Vegamediana es hoy la viva imagen de la soledad. Sus abandonadas edificaciones son el símbolo de la depresión de la comarca de Cistierna que siempre vivió –y muy bien- de la mina, y que ahora se ha visto obligada a reciclar su actividad económica hacia otros productos más actuales como el turismo, la hostelería o industrias conserveras, entre otras. La visión de los tristes y huérfanos pabellones de Vegamediana evoca la vida de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo, en plena actividad. Allí dejaron la salud cientos de obreros de boina y fiambrera. Respirando humos eternos ocho horas al día, soportaban temperaturas infernales dentro de los hornos, y humedades permanentes del río cercano. Mal vestidos y peor calzados, aguantaban los hielos y las nieves, con termómetros bajo muchos ceros, en crudos inviernos de seis meses, con orientación norte y una montaña a sus espaldas que les protegía de cualquier rayo de sol. Y sin rechistar, no fuera que a estos riesgos laborales se unieran los riesgos ciertos del cuartel de la guardia civil. Todo por un mísero sobre mensual, y una botella de sidra y media docena de naranjas por navidad. Habría que levantar un monumento a aquellos héroes, los héroes de Vegamediana. La comarca de Cistierna se lo debe. Y Hulleras de Sabero y Anexas, S.A., también. Tampoco sería mala idea rehabilitar una parte de las obsoletas instalaciones y convertirlas en otro museo minero, en memoria de unos hombres y una actividad creadora de mucha riqueza en toda la zona.
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